Europa está perdiendo terreno en la carrera para liderar la inteligencia artificial (IA). Quien lleva la batuta a la hora de solicitar patentes son las multinacionales (un 87% del total de las demandas) y, en particular, las firmas estadounidenses, según el último informe de la Organización Mundial de la Propiedad Industrial (OMPI).
IBM, la empresa que creó el célebre ordenador Deep Blue que ganó el primer partido de ajedrez entre máquinas y humanos, se está adelantando al futuro. Tiene la mayor cartera de aplicaciones de inteligencia artificial, con más de 8.000 inventos, seguida por Microsoft, con casi 6.000. Desde el transporte, pasando por la educación y hasta la salud, las aplicaciones de la IA están muy extendidas. En cuanto a las universidades y las organizaciones científicas, el dominio de los chinos es apabullante, con 17 centros entre los primeros veinte. En los últimos tres años las solicitudes de patentes chinas han crecido un 20%. En su caso, los inventos se centran más en potenciar el aprendizaje de máquinas, para que sean capaces de mejorar sin la aportación directa de humanos, y las neurociencias.
Así como en el siglo pasado las grandes potencias se lanzaron en una carrera para llegar a la Luna, en la actualidad la batalla se libra en la inteligencia artificial. Estudios recientes afirman que esta podría generar 13 billones de dólares adicionales para el año 2030, lo que haría aumentar el PIB mundial en un 1,2% anual.
“Quien lidere esta esfera dominará el mundo”, apunta el líder ruso, Vladímir Putin
Esta semana la Casa Blanca pasó al contraataque: Donald Trump firmó una orden ejecutiva para destinar más recursos e inversión a la investigación de esta tecnología, calificada de “necesidad” e “industria del futuro”. Como anécdota, Emiratos Árabes Unidos creó en octubre del 2017 un ministerio para la inteligencia artificial, y Dinamarca nombró a finales del 2018 un embajador de tecnología en Silicon Valley.
En cuanto a China, el asunto forma parte de una política de Estado y es el único país del mundo que tiene un plan de desarrollo específico para convertirse en líder en este campo en el 2030. China ya acapara el 48% del capital mundial destinado a start-ups con esta tecnología.
¿Y Europa? Se la espera, pero no está en primera línea. La mitad de todos los inventos que hoy circulan por el mundo con inteligencia artificial han visto la luz después del 2013 pero en un periodo tan corto ya se están quedando atrás. Las firmas europas están muy atrás en el ranking de solicitudes de patentes y, por países de procedencia, los europeos se ven incluso superados por Corea del Sur. En el último informe de la consultora McKinsey se advierte que “sin un compromiso más amplio, esa divergencia se va a ampliar”. Para estos expertos, “si Europa desarrollara la IA podría añadir unos 2,7 billones de euros, es decir, un 20% más a su producción de riqueza de aquí al 2030. “Los países europeos están capturando sólo el 12% del total de su potencial digital”, añaden. El sector de tecnologías de información y comunicación sólo pesa un 1,7% del PIB europeo, mientras que en China está en el 2,1% y en EE.UU. se doble el porcentaje europeo, hasta un 3,3%.
El retraso en implantar la patente unitaria en la UE dificulta la innovación
No sólo estamos ante una apuesta económica, sino estratégica. “Quien llegue a ser líder en esta esfera será el que domine el mundo”, dijo el año pasado el presidente ruso, Vladímir Putin. Y como ha afirmado Kai-Fu Lee, presidente del Instituto de Inteligencia Artificial y fundador del fondo Sinovation Ventures, “en el futuro cada nación necesitará herramientas y aplicaciones de IA para mantenerse competitiva política y económicamente; de otra manera, los países más pequeños o más pobres podrían verse obligados a negociar acuerdos con EE.UU. o China para obtener esta tecnología”.
¿Por qué entonces tanto retraso en Europa? El consultor finlandés Lasse Rouhiainen, autor de Inteligencia Artificial (Planeta, 2019) recuerda que “China ya se perdió en su momento la segunda revolución industrial y no quiere perderse la cuarta. En cuanto a EE.UU., cuenta desde siempre con su tejido empresarial. Ambos países saben que liderar este campo supone tener poder y acceso a los datos”. En su opinión, “en Europa en cambio optamos por legislaciones preventivas, como la protección de datos, y nos hemos fijado más en la ética”.
Josep Maria Pujals, consultor de Propiedad Industrial del bufete Ponti en Barcelona, cree que el retraso se debe a que “en Europa hay poca coordinación entre empresas y universidades, cuando se debería invertir más en inteligencia artificial, porque sino los otros países te acaban poniendo una barrera y te quedas fuera de juego”.
Y luego está la fragmentación jurídica. En Europa también descuenta la falta de voluntad política para poner en marcha la patente unitaria, que permitiría agilizar la protección de la IA en la Unión. En la actualidad el proyecto está bloqueado y España ha vetado su introducción al no verse reconocido el castellano como lengua oficial. Sólo se admiten inglés, francés y alemán.
“El sistema actual de la Oficina Europea de Patentes tiene muchos costes de convertibilidad y de traducción para hacer efectiva su validez en los estados miembros”, dice Pujals. De hecho, un nutrido grupo de países europeos se está organizando para superar el bloqueo e implementar la patente unitaria y, según él, estaría bien que “España se sumara o incluso negociara la sede de algún tribunal”. Sería una muestra de inteligencia... real.
PIERGIORGIO M. SANDRI, BARCELONA